La agencia EFE la describía como «una mujer sin identificar, de entre 20 y 25 años y rasgos de Europa del Este», ocurría en septiembre de 2006.
Un traumatismo craneoencefálico severo fue el causante de su muerte. Al día siguiente de esta, un alumno del taller que se ocupaba de reconstruír la Casa del Reloj, encontró el cadaver a las 8 de la mañana en una de las zonas del interior de la Quinta de los Molinos más cercanas a la calle Juan Ignacio Luca de Tena, una zona muy apartada por entonces para el público general al encontrarse en estado de restauración.
Ver esta publicación en Instagram
La Policía no pudo identificarla al carecer de documentación. Solo trascendió que llevaba unos vaqueros, una camiseta y que presentaba signos de violencia en el mismo lugar en el que yacía sin vida, entre hormigoneras, sacos, arena y ladrillos.
¿Cómo ocurrió? Se sospechaba por entonces que la víctima y su agresor se hubiesen colado al interior de la Quinta mientras esta permanecía cerrada.
Desde entonces, nunca supimos las causas de la muerte o la identidad de esta muchacha. Pero su asesinato, formará para siempre parte de la historia negra del Barrio Salvador.